La crianza positiva está encuadrada dentro de un estilo de crianza democrático. Sus bases principales son el respeto, la empatía y la comprensión, donde se enseña a los niños y niñas las consecuencias que pueden tener sus acciones en el entorno dejando de lado los castigos, el miedo y los gritos. Consiste, sobre todo, en criar a hijos e hijas felices que se sientan queridos, respetados y valiosos.
La crianza positiva está encuadrada dentro de un estilo de crianza democrático. Sus bases principales son el respeto, la empatía y la comprensión, donde se enseña a los niños y niñas las consecuencias que pueden tener sus acciones en el entorno dejando de lado los castigos, el miedo y los gritos. Consiste, sobre todo, en criar a hijos e hijas felices que se sientan queridos, respetados y valiosos.
Para poner en práctica la crianza positiva, es imprescindible que en casa exista una parentalidad positiva. Esto quiere decir que ambos progenitores tienen que tener claras las pautas a seguir en la educación y en la crianza de sus hijos e hijas y remar en una misma dirección. De nada sirve que cada uno actúe de una forma o que se desautoricen uno delante del otro.
Las pautas de crianza positiva son las siguientes:
Muchas veces, llevamos a los niños de aquí para allá sin explicarles lo que va a pasar y acaban llorando porque no quieren dejar de jugar o no quieren moverse del lugar en el que se encuentran. En cambio, si se les explican las cosas, seguramente, las acepten porque además se sienten valorados ("Ahora vamos a cenar", "Voy a cambiarte el pañal", etc...)
Cambia tus “Noes” por un lenguaje más cercano, cariñoso y firme. Reformula expresiones del tipo “No grites” por otras más positivas como “Cariño, tenemos que hablar bajito para poder entender lo que nos decimos”.
No pretendas que hagan algo si no lo han visto previamente. Enséñale, por ejemplo, cómo debe ordenar sus juguetes o hacer su cama e intenta no tener el mismo grado de exigencia que con un adulto, ya que sus capacidades psicomotrices no son las mismas.
Ayúdale a poner nombre a las emociones que siente, enséñale cómo puede identificarlas para después mostrarle cómo las puede expresar sin hacerse daño él ni hacer daño a otras personas.
Si llega la hora de sentarse a hacer los deberes y no quieren porque están jugando, puedes decir: ¿quieres recoger ya los juguetes o esperamos a que la aguja del reloj marque las 19h? Así sabrá que, llegado ese momento, deberá recoger y ponerse a hacer sus tareas.