Validar las emociones significa aceptar las experiencias emocionales sin juzgarlas ni querer modificarlas. Se trata de empatizar con el otro y dar espacio para que pueda sentir todas emociones sin querer intervenir en el proceso. La validación emocional puede ser hacia los demás y también hacia ti mismo.
Validar las emociones de los demás tiene que ver con empatizar, comprender y expresar a los otros que pueden contar contigo mientras están en su vivencia emocional. Aceptar las emociones de los otros es algo que hasta hace bien poco no se enseñaba en los colegios, ni en muchas ocasiones en casa.
Es por eso, que puede ser que te falte práctica y tiendas a dar respuestas automáticas cuando los demás, o tú mismo sientes emociones incómodas.
La validación de las emociones está relacionada con uno de los principales fundamentos de la Disciplina Positiva, la conexión. Validar las emociones de los niños nos permite estar en contacto con nuestros hijos, hacer que se sientan comprendidos, escuchados y seguros, y a que aprendan a gestionar sus emociones más desagradables y a expresarlas adecuadamente. Validar es aceptar lo que la otra persona está sintiendo aunque no estemos de acuerdo. Quizás para ti no sea importante el motivo de su enfado o tristeza, o te parezca desproporcionado. Pero para el niño que está invadido por esa emoción no entiende de si es desproporcionado o no, si es tan importante o no. Aquí entrará en juego nuestra empatía para poder ponernos en su piel.
Ayuda a tu hijo o hija a describir qué es eso que está sintiendo. Los niños necesitan de nuestra ayuda para conseguirlo, ya que la mayoría de las veces no saben por qué reaccionan así.
“Veo que estás enfadado por qué querías estar más tiempo en el parque. Te entiendo, es normal estar triste por tener que irte de un sitio donde te lo estás pasando bien”.
Que entienda que le comprendes y que es normal tener esa emoción. Puedes mencionar un ejemplo donde tú sientas esa misma emoción.
A los niños no le preocupan ni los horarios, ni las obligaciones de los mayores. Tampoco podemos hacer siempre lo que ellos quieren, y también podemos poner límites sin dejar de validar sus emociones.
Una vez que le hemos puesto nombre a sus emociones y las hemos validado, toca dar motivos. “Es muy tarde, tenemos que ir a casa para hacer la comida”.
Decir que no a algo siempre es mucho más llevadero si nos ofrecen otra alternativa atractiva. Puedes ofrecerle jugar en casa después a su juego favorito, o bajar después al parque. Sea lo que sea que le ofrezcan tienes que cumplirlo.